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Por amor a la vida (2): Yo cuido que mis amistades sean constructivas


Más vale solo que mal acompañado, dice un refrán. Los seres humanos y todas las especies vivas necesitamos compañía. Las manadas, las colonias de hormigas, las colmenas de avispas o abejas son una muestra de la necesidad de mantener una compañía para sobrevivir. Los seres humanos no somos excepción, necesitamos saber que contamos con alguien para realizar metas. No solo en el trabajo físico es importante contar con compañeros, la vida en pareja también aporta expresiones de cariño que ayudan a formarnos como seres humanos. La convivencia familiar, el desarrollo de los niños, todo involucra una buena compañía.

Pero definitivamente la cercanía con otros afecta no solo positivamente a nuestro desarrollo humano, sino que puede tener también un impacto negativo. Si lo llevamos al terreno de los alimentos, el ejemplo de una fruta en descomposición es una buena referencia para identificar cómo una sola fruta en estado de descomposición, provocará que si la ponemos junto a fruta fresca, al poco tiempo toda la fruta estará infectada de bacterias dañinas echando a perder el grupo.

En el caso de los animales, también vemos cómo lo que hace uno, lo aprenden los que se encuentren cerca. Imitan movimientos y costumbres. Y es que la imitación es una forma de aprendizaje. ¿Has visto ese documental donde un ave toma una rama para sacar una larva de una botella de vidrio de cuello angosto? Al poco tiempo, según el documental, el resto de las aves ya imitaban esa habilidad. Los seres humanos no somos tan diferentes, de hecho, hacemos exactamente lo mismo. Los humanos tenemos muchas más destrezas y habilidades que cualquier animal. Y cuando formamos grupos, las afinidades, los gustos y los intereses irremediablemente los vamos imitando entre amigos. Al inicio es una actividad la que nos une, quizá la escuela o el trabajo. Pero en poco tiempo vienen las empatías, el intercambio de frases gustos musicales, y otras características que nos identifican como parte de un sector.

La tendencia a imitar es natural. Podría volverse un riesgo o un problema cuando forzamos nuestro carácter para moldearse con el fin de encajar en una élite o en un grupo de personas que no comparte los mismos valores, pero quizá le demos una importancia superior a la que tiene. Hay conductas “malas” que se reconocen porque faltan a las leyes, de modo que pasan de ser solo malas a delictivas. Hay conductas que ponen en riesgo la salud y la vida. Hay conductas que son inmorales según los códigos de ética de la nación o de la empresa en la que laboramos. Imitar en normal, es natural, pero imitar por convivir como dicen ahora los chicos, aún cuando sabemos que son prácticas dañinas, es absurdo. Es tonto.

Es verdad que es importante la compañía, pero es importante reconocer si son constructivas o destructivas. Hay compañías geniales que ayudan a mejorar calificaciones escolares, o que ayudan a desarrollar mejor nuestras habilidades deportivas, laborales, o familiares. Se reconoce inmediato porque desaparece el estrés, el mal humor, la ansiedad.

Quizá puedas identificar qué te hace sentir la compañía actual con la que compartes la mayor parte de tu tiempo. Si te genera ansiedad porque están en la línea de ser descubiertos por alguna práctica deshonrosa, evalúa si vale la pena vivir así.

Pero si la amistad que has elegido te hace sentir feliz, te hace un gran estudiante, o te desarrolla como individuo, no la sueltes y pregúntate si tú serás una compañía de la que todos deseamos tener. Porque la vida es maravillosa, yo prefiero elegir mejor a mis amistades.


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